VII JORNADA
ASOCIACIÓN CRISTIANAS
Y CRISTIANOS HOY
“La Felicidad: ¿camino o meta?”.
Zaragoza, 9-Nov-2013
CONCLUSIONES
Hay cosas en el corazón de las personas que
no cambian con el paso de los siglos. Como querer ser felices. Queremos ser
felices, vivir la mejor vida posible.
¿Es eso el camino o la meta? “Querer” apunta
a meta... “Vivir” apunta a camino... Acaso sea ambas cosas... meta y camino.
Cada uno, cada una, dará su respuesta...
Pero nos han avisado: no busquemos la
felicidad como tal. Cada uno tiene que ser uno mismo... y la felicidad vendrá
después.
En la vida hay felicidad y también hay dolor.
Es necesario sentirse mal para hacer algo, y sentirse bien para enfrentarse.
También la decepción forma parte de la vida y hay que dejarle su hueco. Tenemos
que ir por la vida fuertes, pero no acorazados. Pese a todas las decepciones,
las dudas, las limitaciones... ¡Qué bello es vivir!
La felicidad es tan subjetiva, tan difícil de
definir, porque influyen en ella multitud de componentes de la propia persona:
el genético / el económico / el social / la motivación ante la vida / las
emociones / el propio desarrollo de la persona...
Hemos oído varias teorías sobre la felicidad,
basadas a veces más en un aspecto, otras en otro... Incluso un consenso al que
han llegado los psicólogos académicos... Pero ¿quién puede no estar de acuerdo
con Assagioli cuando relaciona la felicidad con el arte de descansar,
contemplar y sonreír...?
¿Necesitamos a Dios para ser felices? ¿Dios
favorece o limita la felicidad? Una vez más la subjetividad... La respuesta la
tenemos cada uno en nuestra relación con Dios, en nuestra imagen de Dios...
Urge revisar nuestro discurso sobre Dios,
nuestro concepto de Dios. Un concepto que no nos podemos inventar nosotros.
Tenemos que dejar a Dios ser Dios, para poder descubrir su invitación a que
seamos felices. Y a serlo por un camino que El ha recorrido primero, el camino
de la gratuidad, del amor que se da gratuitamente.
Es una llamada a elegir entre vivir
“encorvados” mirándonos el ombligo; o de frente, libres, descentrándonos,
centrando la mirada en los demás.
Jesús nos invita a ello. Ante la tentación él
eligió el camino del siervo, el de darse, y lo presentó como camino de gozo.
“He venido para que tengáis vida”.
Nos planteó las Bienaventuranzas como su
“receta” para encontrar la felicidad, y ante la incredulidad o la
incomprensión, su respuesta no fue explicarlas, sino invitar a vivirlas. “Venid
y veréis”.
Y hay que experimentarlo para poderlo
comprender, para poder decir: “seguir a Jesús me hace feliz”. ¿Cómo si no
entender la paradoja que supone la cruz de Jesús? “La vida de Brian”, en su
locura, nos da una clave: nos anima a buscar el lado bueno de la vida. Para
Jesús nada más bueno que el amor, aunque le llevase a la cruz. ¿Quién creéis
que era más feliz, Jesús en la cruz o el hobbit en su casa, protestando si
parar...?
Ernesto Brotons también lo decía de otra
forma: “La vida hace ascos a los que le ponen mala cara”. Y Dani -el humorista-
también nos dice: “El humor no da la felicidad, pero ayuda a conseguirla”.
Para concluir, me pregunto y os pregunto: ¿de
verdad es tan difícil de entender la propuesta de felicidad de Jesús?
Terminamos volviendo al principio: “FELICES
LOS QUE MIRAN CON LIMPIO CORAZÓN, PORQUE ENCONTRARÁN EL ROSTRO DE DIOS VIVO”.