· Una sociedad satisfecha no sueña con el futuro.
· Soñar el futuro es anticiparlo, orientar el presente en una determinada dirección.
· Nadie es impotente. Todos y todas tenemos capacidad para intervenir sobre la realidad; y si nos unimos, más.
· Para intervenir en esa realidad hay que SABER, QUERER y PODER. Hoy sabemos mucho y podemos mucho. La clave está en QUERER.
· Nos cuesta QUERER hacer cosas, sobre todo cuando no son razonables, cuando no las entendemos desde la razón. Como ser solidarios. ¿Quién quiere hoy ir contra sus propios intereses?
· Querer es tener ilusión, no hacerse ilusiones.
· Y si queremos, y porque queremos, vamos construyendo y siendo testigos de milagros día a día, de actos liberadores, microexperiencias capaces de generar alternativas, signos del Reino de Dios aquí y ahora.
· Porque el Reino está ya presente en la Historia , presentándonos muchas posibilidades divinas de realización humana (hemos visto posibilidades en la familia, en la economía, en la política, en la propia Iglesia… Hay muchas más).
· Y tenemos que “pringarnos”, bajar al barro, valorar y construir mediaciones sin querer ser puristas, para no ser infecundos.
· Y para eso necesitamos ENERGÍA: convicciones y fuerza interior para, como Jesús, esperar contra toda experiencia; sabiéndonos habitados y habitadas por el Espíritu, por su amor que llega a todos y a todas. Esta fue la experiencia de Jesús, y vivir esa experiencia es el desafío para las cristianas y los cristianos de hoy. Sentir la fuerza de la Ruah , aquí y ahora. Enredados. Enredadas.
· Y como conclusión final: todo esto con alegría. El pesimismo es un lujo que no nos podemos permitir. Decidamos hacer milagros. Porque:
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